67. Inteligencias Múltiples” no son igual a “Estilos de Aprendizaje”
Howard Gardner, Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos -- Hace treinta años desarrollé el concepto de “inteligencias múltiples”, y me complace ver el interés que encontró esta idea y la manera en que se ha introducido en escuelas, museos y empresas alrededor del mundo. Sin embargo, me molesta una consecuencia no prevista. Hay muchas personas, inclusive algunas que aprecio mucho, que tienen la tendencia de darme crédito por el concepto de “estilos de aprendizaje” o, incluso, lo unen con el término “inteligencias múltiples”. Debo aclarar el asunto para aliviar esta incomodidad.
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Para comenzar, algunas palabras acerca de mi teoría de las “inteligencias múltiples” o “IM”. Sobre la base de investigación en diferentes disciplinas, incluyendo el estudio de cómo son representadas las capacidades humanas en el cerebro, desarrollé la idea de que cada uno de nosotros tiene un número de facultades mentales relativamente independientes, que puedan ser llamadas nuestras “Inteligencias múltiples”. La idea básica es bastante simple. Creer en una sola inteligencia asume que poseemos una computadora central todo propósito – la cual determina qué tan bien nos desenvolvemos en todos los sectores de nuestra vida. En contraste, creer en múltiples inteligencias asume que tenemos diversas computadoras relativamente autónomas – una que maneja información lingüística, otra información espacial, otra información musical, otra información sobre personas y así seguimos. Yo estimo que los seres humanos tenemos entre 7 y 10 inteligencias distintas. (ver www.multipleintelligencesoasis.org).
Desde antes de que yo hablara sobre el término “IM”, ya se utilizaba el término de los “estilos de aprendizaje” en los círculos de educación. La idea es bastante razonable, en el sentido que todos los niños (todos nosotros) tenemos mentes y personalidades particulares. Por lo tanto, tiene sentido aprender algo sobre la persona que está aprendiendo, y enseñarle en maneras apropiadas para ella, que aprecie y - ante todo - que sean efectivas.
Surgen dos problemas.
Problema # 1: El término “estilos de aprendizaje” en sí mismo no es coherente. Los que utilizamos este término no definimos los criterios para un estilo, ni de dónde proviene el estilo, o cómo se reconoce, se valora o se explota. Digamos que se dice que Juan tiene un estilo de aprendizaje “impulsivo”. ¿Quiere decir que Juan es “impulsivo” en todo lo que hace? ¿Cómo lo sabemos? ¿Qué implica esto para la enseñanza? ¿Deberíamos enseñar con “impulsividad”? o ¿deberíamos compensar “enseñando con reflexión”? Y ¿qué pasa con un estilo de aprendizaje que es “de cerebro derecho” o visual, o táctil? Aplican las mismas preguntas.
Problema # 2: Cuando los investigadores han tratado de identificar estilos de aprendizaje, enseñan consistentemente con estos estilos y estudian los resultados, no tenemos ninguna evidencia convincente de que el análisis del estilo de aprendizaje nos brinde resultados más efectivos que un acercamiento de “talla única”. Claro, puede ser que el análisis del estilo de aprendizaje haya sido inadecuado. Y aún si alcanza la marca, el hecho de que una intervención no haya resultado no significa que el concepto de estilos de aprendizaje esté fatalmente erróneo; quizás una segunda intervención pudo haber sido efectiva. La ausencia de evidencia no comprueba la inexistencia de un fenómeno; es una señal para los investigadores de educación: “vuelvan a sus pizarras”.
Mi juicio considerado en cuanto a la mejor manera de analizar este terreno terminológico es el siguiente:
Inteligencias vs estilos de aprendizaje y sentidos
Inteligencia: Todos nosotros tenemos múltiples inteligencias. Pero distinguimos como inteligencia fuerte aquella área en la cual la persona tiene una fuerza computacional considerable. Su habilidad de ganar regularmente en juegos que requieren de inteligencia espacial, señaliza una fuerte inteligencia espacial. Su habilidad de hablar bien un idioma extranjero después de apenas algunos meses de estar inmerso en el mismo, señala una fuerte inteligencia lingüística.
Estilo de aprendizaje: Un estilo es una hipótesis de cómo un individuo se acerca a una serie de materiales. Si un individuo tiene un estilo “reflexivo”, se asume, como hipótesis sobre él, que es una persona reflexiva sobre una variedad de materiales. No podemos asumir que ser reflexivo en la escritura necesariamente señaliza que somos reflexivos en nuestra interacción con los demás. Pero si el ser reflexivo se denota en todos los aspectos, entonces los educadores sí deben considerar seriamente este estilo.
Sentidos: Algunas veces las personas hablan sobre un aprendizaje “visual” o un aprendizaje “auditivo”. La implicación es que algunos aprenden a través de la vista, otros a través de lo que oyen. Este concepto es incoherente. Tanto la información espacial como la lectura ocurren con los ojos, pero hacen uso de facultades cognitivas completamente diferentes. De manera similar, tanto la música como el habla activan los oídos, pero también aquí estas son facultades cognitivas completamente diferentes. Reconociendo este hecho, el concepto de inteligencias no se enfoca en cuál información lingüística o espacial llega al cerebro a través de los ojos, los oídos o las manos. No importa. Lo que importa es la fuerza de la computadora mental, la inteligencia, que actúa sobre esta información sensorial una vez que la recibe.
En síntesis
Estas distinciones tienen consecuencias.
Mi intención no es dar una clase de psicología, fisiología o física, sino más bien de asegurar que no nos engañemos e, igualmente importante, que no engañemos a nuestros niños. Si alguien quiere hablar sobre un “estilo impulsivo” o un alumno con “aprendizaje visual”, está en su derecho. Pero debe reconocer que esa etiqueta puede no ser de mucha ayuda, como mejor opción, o en el peor de los casos, estar totalmente equivocada.
En cambio, existe importante evidencia de que los seres humanos tenemos un amplio rango de inteligencias y que la fortaleza (o debilidad) en alguna de ellas no predice la fortaleza (o debilidad) en otras inteligencias. Todos nosotros exhibimos perfiles de inteligencia irregulares. Hay formas razonables de medir nuestra propia inteligencia, y, si lo consideramos apropiado, podemos participar en una serie de pruebas más formales. Y luego, como profesores, padres o personas en auto-evaluación, podemos decidir cómo utilizar esta información de la mejor manera.
En conclusión...
Como educador, puntualizo tres lecciones básicas para educadores:
1. Individualice su enseñanza lo más que le sea posible. En lugar de aplicar una “talla única”, aprenda cuanto pueda acerca de cada alumno, y luego enseñe a cada persona en la manera que lo sienta confortable y que aprenda eficazmente. Obviamente eso se logra con más facilidad en grupos pequeños. Pero existen aplicaciones para individualizar para todos.
2. Pluralice su enseñanza Enseñe los materiales importantes de diferentes formas, no solo en una (p.ej. a través de historias, obras de arte, diagramas, juegos de roles). De esta forma se garantiza que su enseñanza llegue a alumnos con diferentes formas de aprendizaje. Presentando los materiales en diferentes maneras, también señala que es importante entender algo bien. Si usted solamente puede enseñar de una manera, probablemente su propio entendimiento no sea muy amplio.
3. No utilice el término “estilos”. Solo confundirá a los demás y no le ayuda ni a usted, ni a sus alumnos.
Artículo Científico sobre inteligencias múltiples Davis, K., Christodoulou, J., Seider, S., & Gardner, H. (2011). The theory of multiple intelligences. In R.J. Sternberg & S.B. Kaufman (Eds.), Cambridge Handbook of Intelligence (pp. 485-503). Cambridge, UK; New York: Cambridge University Press. https://howardgardner01.files.wordpress.com/2012/06/443-davis-christodoulou-seider-mi-article.pdf |
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Introducción a inteligencias mÚltiples LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES: la importancia de las diferencias individuales en el rendimiento. En página psicoactiva.com |
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